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Un hito en el campo de la aviación

LA PASADA primavera, un avión de pasajeros soviético despegó ruidosamente de un aeropuerto cercano a Moscú. Se había convertido en el primer avión comercial propulsado por hidrógeno en lugar de por el combustible convencional derivado del petróleo. Aunque este acontecimiento recibió poca publicidad en el mundo occidental, hubo quienes lo consideraron un suceso histórico. Un miembro del Congreso de Estados Unidos lo comparó al lanzamiento del Sputnik en 1957.
“Hemos vuelto a llegar tarde —indicó—, y únicamente cabe esperar que la próxima administración muestre más interés por el hidrógeno que la actual.”
Cuando los combustibles derivados del petróleo arden, liberan peligrosos agentes contaminantes. De hecho, el anhídrido carbónico que se expele contribuye al “efecto de invernadero” en el mundo; dicho fenómeno podría tener consecuencias desastrosas para la vida durante el próximo siglo. Por otro lado, el producto de la combustión de un avión propulsado por hidrógeno es vapor de agua, un gas inocuo, y debido a ello, al motor del avión soviético se le considera “absolutamente puro desde un punto de vista ecológico”.
El aparato está equipado con un depósito especial de combustible que contiene hidrógeno líquido a una temperatura inferior a los –253 °C. Según aumenta la temperatura del líquido, es conducido al motor, donde se le aplica un intenso calor que produce la combustión, lo que da lugar a una potente propulsión. Sin embargo, puesto que este combustible arde con muchísima facilidad, hay en él un peligro potencial, como lo ilustra la explosión que sufrió en 1986 el transbordador espacial Challenger, propulsado por hidrógeno.


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